Después de décadas de postergaciones, Pinamar inició la construcción de su primera planta depuradora de líquidos cloacales, una infraestructura esperada que transformará el sistema sanitario local. Con una inversión aproximada de $19.000 millones y un plazo de ejecución de 24 meses, la obra se levanta en un predio municipal de Intermédanos, junto al Cementerio Parque.
El proyecto representa un cambio estructural: por primera vez, los efluentes recolectados en la red pública dejarán de verterse sin tratamiento en las lagunas a cielo abierto del “campo de derrame”, donde hoy se descargan los líquidos provenientes de más de 18.000 conexiones domiciliarias. Hasta ahora, ese sistema rudimentario solo separaba sólidos gruesos y permitía que el agua infiltrara la arena, con riesgo para la salud y el ambiente.
Según el censo 2022, solo el 36,5% de las viviendas del partido cuenta con conexión a la red cloacal. La falta de tratamiento centralizado había sido un obstáculo para la expansión urbana y turística. Con la nueva planta, ese límite desaparecerá: el módulo inicial permitirá procesar todo el efluente actual, eliminando los vertidos crudos y habilitando la ampliación del servicio a nuevos barrios.
Una planta modular y de última generación
El diseño del sistema es modular y escalable, con cuatro módulos de tratamiento previstos. En esta primera etapa se construyen dos, aunque solo uno se equipará completamente. Este primer módulo cubrirá la demanda actual de las localidades de Pinamar, Ostende, Valeria del Mar y Cariló, procesando hasta 12.000 metros cúbicos diarios en temporada alta y unos 4.000 en baja.

El proceso aplicado será terciario completo, lo que garantiza un efluente seguro y apto para reutilización. El circuito incluye desarenado, filtrado, tratamiento biológico en zanjas de oxidación tipo Carrusel con zonas anóxicas, sedimentación, filtrado fino y desinfección final con cloro. Este esquema permite eliminar materia orgánica, bacterias y nitrógeno, mejorando notablemente la calidad del agua devuelta al medio ambiente.
Según las autoridades, la planta permitirá recuperar hasta el 80% del agua consumida mediante infiltración controlada, contribuyendo a recargar el acuífero costero, principal fuente de agua potable del distrito. Este beneficio resulta vital en una región donde el exceso de bombeo y la falta de saneamiento habían generado descenso de napas e intrusión salina en la franja costera.
Impacto ambiental y urbano
Con la entrada en funcionamiento de la planta, las actuales lagunas de derrame dejarán de recibir efluentes crudos. Ese cambio permitirá iniciar su remediación, eliminando focos de contaminación y malos olores. Se prevé su reconversión en zonas de tratamiento ecológico o humedales artificiales, donde el agua tratada podría infiltrarse o reutilizarse en riego forestal.
Más allá del beneficio sanitario, la planta es un pilar para el futuro urbano. Pinamar proyecta duplicar su población estacional hacia 2050 y habilitar grandes desarrollos inmobiliarios, como el plan “Montecarlo” al norte de la ciudad. Estas expansiones solo serán posibles gracias a una infraestructura de saneamiento adecuada, capaz de acompañar el crecimiento sin comprometer los recursos naturales.

De completarse las cuatro etapas, la planta tendrá capacidad para 220.000 habitantes equivalentes, suficiente para cubrir la población estable y los picos de veraneo. Con ello, el saneamiento dejará de ser un factor limitante para el desarrollo económico y turístico del partido.
Un paso decisivo hacia el desarrollo sostenible
La construcción de la planta depuradora marca un antes y un después para Pinamar. Deja atrás un sistema precario basado en lagunas contaminantes y abre la puerta a un modelo de gestión del agua moderno, seguro y sustentable.
El intendente calificó la obra como “un paso enorme hacia un Pinamar más saludable y preparado para continuar creciendo”. La comunidad espera que esta infraestructura garantice mejor calidad de vida, protección ambiental y un crecimiento urbano ordenado.
Con la puesta en marcha de la planta, Pinamar no solo trata sus aguas residuales: transforma un problema histórico en una oportunidad de futuro.



